Tú que le has dado el sentido a cada palabra,
que hiciste noches eternas alfombradas de estrellas
sin importar a qué hora descansaba la aurora
teñida de ayeres nostálgicos y mañanas errantes,
suicidas, locos, intactos de sueños creados de polvos de
hadas.
Tú que le has dado el sabor al último beso cada madrugada
que has teñido de
azules todos los albas que están por venir,
y has llenado de lunas los soles de todas las galaxias.
Tú que has dejado en mi boca el sabor de tu infancia,
el recuerdo amargo de todos los perdidos,
las esperanzas rotas hechas pesadillas,
un suspiro alado que me lleva a la cima de todos tus miedos
y he volado contigo derrotando a las horas,
retando al sonido a albergar los silencios
para acallar los fantasmas que aún te estaban atando
al calvario de verte atado al pasado.
Tú que has sido futuro perfecto conjugado en un verbo
y has sido verso, sueño, historia, promesa, derrota y
victoria,
que has sido la luz y la sombra en mis noches de insomnio
y el sueño más dulce que soñé despierta.
Tú que vives entre sábanas blancas de eternas promesas,
alimentando diarios
escritos sin tinta,
verso sin métrica ni rima escrito con besos,
derrota de tiempos, victoria de sueños.
Tú y solo tú que has vivido en la cara oculta de la luna
y te escondiste del mundo como un ermitaño,
tú que desconfías de tu propia sombra
y que hasta tu nombre alberga un secreto.
Tú que eres misterio en su pura esencia,
tú que eres de nadie y a la vez tan mío
y yo que te conozco
sin haberte visto,
me quedo a vivir anclada al reloj de este latido
sin pensar si mañana seguirá latiendo.
Carmen Cano
12/02/16
