viernes, 13 de diciembre de 2013

Un mundo en la mirada

Cuentan que había una vez un mundo pequeñito, tan pequeñito, que solía pasar desapercibido, lo habitaban seres diminutos pero de gran corazón, era un mundo tan pequeño, tan pequeño, que cabía en una sonrisa, un mundo de colores e ilusión, un mundo que su sol era una mirada y que la mayor maldad era perder el tiempo para echar una siestecita.

Los habitantes de ese mundo vivían felices, sin pensar si existían otros mundos, otras civilizaciones u otros seres. Tan solo disfrutaban la felicidad del momento.

Hasta que un día de repente todo cambió, ese mundo pequeñito se volvió frío y gris, sus habitantes no sonreían, ni siquiera tenían ganas de dormir. Llamaron a todos los sabios del reino a ver si alguno lograba descifrar aquel enigma, a ver si algún sabio pensador lograba acertar el porqué de aquella situación. Pensaron y pensaron y volvieron a pensar, pero nada, nadie sabía qué estaba ocurriendo.

Uno de los hombres más valientes de aquel reino, decidió entonces tomar el curso del río y salir a explorar el mundo exterior, algo intrépido, raro… lo tacharon de loco, ni siquiera sabían si había mundo exterior.

Así fue como lió un pequeño hatillo con todas sus pertenencias, se despidió de todas las personas que amaba y emprendió su travesía; siguió río abajo hasta que salió de aquel mundo tan pequeño, navegó y navegó por perfiles suaves y rosados, color de melocotón, formas dulces que iban maravillando a aquel pequeño hombrecito que se preguntaba cómo habían podido vivir en su mundo pequeñito sin querer saber lo que había tras los cristales.

Se fue enamorando del paisaje que encontró en su recorrido, hasta que deslizando en aquel torrente llegó a unas formas diferentes a las que había encontrando a su paso, eran contornos rojizos, suaves, dulces... pero carecían de expresión, tal fue su sorpresa al encontrarse en aquel lugar, que sin pensarlo el hombrecito bajó de su barca y depositó suavemente un beso.

Así fue como los labios volvieron a sonreír, y los ojos volvieron a ver de colores ese mundo pequeñito.

Porque el mundo cabe en una mirada, hay pestañeos que dibujan universos y hay almas que son sanadas con un beso.



4 comentarios:

  1. Me gustan mucho tus relatos Carmen. Son emotivos y muy originales. Croe que le pones mucho sentimiento y eso se percibe enseguida.
    Estupendo y tierno !! Me encanta, como todo lo que tu escribes.

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    1. Gracias Joel, solo son locuras que salen al momento, pero sí llevan impreso todo el sentimiento que pongo siempre en lo que hago.
      besos!!

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  2. Que bonito Carmen..me encanta un abrazo enorme..besazos.

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    1. Gracias María por acompañarme en este espacio.
      Abrazo inmenso para ti.

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