martes, 25 de marzo de 2014

Señora de las mil caras


Señora de las mil caras.


No quisiera compararla con la araña que afanosa
teje y teje sin piedad, la tela que será la última morada
en que descansará su presa.

Ni quisiera yo decir, de su palabra engañosa,

laberinto inescrutable de vanidades odiosas.


No quisiera definirla, señora de las mil caras,
usted se define sola.

No quisiera ser quien diga, que el ídolo de barro
en principio no fue nada, moldeado por las manos
trabajosas del alfarero, titán frágil que se rompe
con el paso de los tiempos.

No quisiera etiquetarla, señora de las mil caras,
no hay etiqueta que valga.

No quisiera desnudarla y ponerla en la palestra,
pues con palabras tan vanas, no habría 
defensa capaz, que pudiera a usted ayudarla,
no diré nada, tranquila, ya su torpe infamia habla.

Señora de las mil caras, papel mojado, tinta de agua,
verdad a medias, burda mentira que a nadie engaña.


Carmen Cano.

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