Furtivo
como la noche
que
poco a poco
va
cubriendo mis sentidos,
te
presentas ante mi
despertando
mis instintos.
Una
caricia sutil
se
desliza por mi espalda,
el
suave roce de un beso
que se
ha posado en mi cuello.
“Shhhh…
no me mires, solo siente”
Así me
convierto en Psique
y tú
hoy mi dulce Eros.
En una
lluvia de besos
se
despiertan las pasiones
por
tanto tiempo dormidas
bajo
ese pecho de un Dios
cincelado
en piedra fría.
Vuelta
la carne a la carne
y el
deseo y la lujuria,
tómame
en esta locura
de unas
ansias que me asfixian.
Manos
temblorosas
que
descubren horizontes,
bocas
hambrientas
necesitadas
de carne,
lenguas
que dibujan
arcoíris
de colores.
Dioses
humanos entregados a pasiones
en
paraísos perdidos
en los
templos de otros Dioses.
Así
desde que el mundo fue mundo
Se
desatan los instintos,
con el
roce unos dedos,
cualquier
hombre se hace Dios
cuando
se viste de Eros.
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