Estoy cansada de morirme
siempre
escuchando al silencio
repetir un nombre,
perdida en un tiempo que
está por venir,
sellando mis labios,
gritando
"locura" con besos furtivos.
Convertir la evidencia
en misterio,
tratando de adivinar el
jeroglífico
que dibujan tus dedos,
cuando en lejanas
caricias
dibujan mi cuerpo.
Dudas ciegas, sordos
miedos,
pieles mudas que
olvidaron
el idioma de los labios.
Si me nombras no te
entiendo,
si me callas desespero.
Vuelve a despertar mi
cuerpo
con los gritos de tus
besos,
con las ansias del
silencio,
con las palabras no
pronunciadas,
esas que solo yo
entiendo.
Hacer eterno el momento
en que tus labios
deshielan mi invierno,
que lenguas de cuerpos
que hablan,
llenen de vida el
silencio
y latiendo al unísono despertar a este sueño.
No soy nada si me faltas,
el sonido inexistente de
una caricia se ha vuelto latido,
impregnado del dulce
aroma de un silencio perdido.
No dejes, amor, que siga
muriendo,
en la lenta muerte del
olvido de un recuerdo,
en la inexistencia de la
certeza,
en la pregunta perpetua.
No apagues la llama que
arde en deseo
de incendiar tu
horizonte,
de arder en tu fuego,
de quemarse siempre
muriendo en un beso,
no dejes, mi amor, que
este amor se muera silencio.
Carmen Cano.
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