miércoles, 8 de enero de 2014

La fábrica de sueños




Cuenta una vieja leyenda, que en algún punto perdido entre dos mundos se encuentra una vieja fábrica, cuentan quienes han podido verla que jamás podrán revelar el secreto para llegar hasta ella, porque es ella quien se muestra cuando quiere, pero que la única forma de encontrarla es perdiendo el miedo a soñar y creyendo que los sueños se hacen realidad.

En las noches en que no hay luna y solo para aquellos que saben mirar, pueden verse volando entre las nubes los sueños perdidos, vuelan formando remolinos, bajan y suben y hacen tirabuzones prendidos en el brillo de alguna estrella, vuelan así buscando a esas personas que necesitan un sueño para poder continuar, porque hay personas que por una razón u otra perdieron las ganas de soñar o simplemente se les olvidó cómo se hacía.

A veces, descienden tanto, que casi rozan las cabezas de esas personas que vagan perdidas en la noche, esperando simplemente que alguien pueda verlos y estire su mano para así rozar un sueño con la punta de los dedos, para que puedan acariciarlo, darlo forma y moldearlo, porque los sueños son flexibles, por eso son sueños.


No todos consiguen verlos, algunos, los afortunados saben descubrirlos y hacerlos suyos, otros ni siquiera los ven y otros pueden intuirlos, pero no se toman la molestia de sacar sus manos de los bolsillos y así pierden la oportunidad de soñar, ese sueño, entonces, se eleva de nuevo, vuelve a columpiarse en la sonrisa de la luna y cuando está preparado salta al vacío en busca de la persona perfecta que quiera darlo forma. 


Pueden pasar meses, o incluso años, antes de que alguien sea capaz de apreciarlo, pero en ocasiones, un nuevo sueño tarda tan solo un suspiro en ser descubierto, por suerte para los sueños no existe el tiempo, por eso vuelan y vuelan esperando ser descubiertos, por eso lo intentan una y otra vez hasta convertirse en realidad, porque ese es el fin de todos los sueños, ser la realidad de alguien que un día lo encontró, que se ocupó de darlo forma, que lo hizo crecer y que al final lo dejó formar parte de su vida, porque eso son los sueños, pedacitos de vida suspendidos en el tiempo, inalterables, perpetuos, que se vuelven eternos.

Quizás nunca se descubra el punto exacto donde se encuentra la fábrica de sueños, quizás solo sea una leyenda, pero la fábrica seguirá trabajando, poniendo sueños en movimiento a diario esperando que alguien quiera realizarlos, porque la vida sin sueños no es vida y los sueños sin vida se mueren.

2 comentarios: