lunes, 9 de marzo de 2015

Costa indiferencia




Presiento el rugir del mar de olas llorando distancias,
espumas de gardenia y sal,
con perfumes de una costa que se llama indiferencia.

Dicen que no llora el río cuando va a morir al mar
pero yo he escuchado el llanto de una piedrita de río,
no más que un simple guijarro redondeado de años.

Sé bien que calla el jilguero cuando le abruma el silencio,
ramas de un nido vacío, primaveras que se han ido,
vuelos sobre el precipicio de segundos de veranos,
aleteos de un otoño anunciando el crudo invierno.

El viento brama callando, el cielo se tiñe de negro
y se abre un infierno después de tocar el cielo.
La maldita indiferencia y el peso de sus cadenas,
como si nadie sintiera,
como si fuera de piedra el corazón que golpea
queriendo salir del pecho para acallar esa pena.

Si llora el río y el agua, si ruge el mar y sus olas,
si hasta se detiene el pulso cuando las lágrimas brotan,
¿cómo no ha de sentir nada el que siente que ha perdido
algo que no poseía pero que le daba vida?

Tan libre como es el viento, tan inmenso como el cielo,
así se siente el amor
tan frío como el invierno, tan duro como el infierno,
así se siente perderlo.

Carmen Cano.


2 comentarios:

  1. Heyyyy....
    Qué dulce, qué bonito, qué paz, qué silencio, qué momento ....
    Verdaderamente marino, húmedo y sencillo...
    ... ya vivido...
    Enhorabuena!!

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    1. Gracias por la visita y las palabras. Me alegro mucho de que te haya gustado.
      Un saludo, Antonio!

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